Las siete Partidas de Carlos Vázquez Cruz es un conjunto de cartas de amor-sexo-género disidente al terruño boricua desde espacios de desgarro, desamparo y desencanto muy parecidos a aquellos en los que viven las narradoras. En prosa ágil y hundida en un libertinaje expresivo, las narradoras de Vázquez Cruz se nos presentan con un humor que se bate entre lo inverosímil, la ciencia ficción y la grotesca y grosera realidad de la condición de locas caribeñas. Sus Partidas letradas nos invitan a una puesta en escena que reimagina y transforma la picaresca, logrando una explosión de imaginación y locura que coloca a Vázquez Cruz en el firmamento de leyendas de la narrativa mariconil, con saludos a Lemebel, Zapata, Bellatín y Arenas.
Silente es un poemario construido sobre las relaciones truncas del poeta consigo mismo, con la palabra, el amante, el hogar, el país y la familia. Como una paradoja, este texto muestra al escritor quitándose la mordaza en aras de articular, por fin, las experiencias que se le han atragantado con los años. En esta publicación con que celebra su medio siglo de vida, el autor desenrosca la lengua sin temor a mordérsela.
¿Cuáles son los antagonismos poéticos de Carlos Vázquez Cruz? En sus poemas, el trabajo de orfebrería con el lenguaje -siempre medido y justo- se combina con el lujo de las imágenes, irónicas, atrevidas. El viaje en ascenso de la pura palabra al diálogo con la plástica y más adelante con la composición musical en las tres secciones del libro, va marcando la pauta de un modo de decir que es al mismo tiempo cauto pero soterradamente desenfadado; contenido pero sensual.
Vázquez Cruz consigue hablar con fina y sorprendente destreza de esa experiencia que pocas veces encarna en nuestra tradición: el recorrido por la topografía de un cuerpo semejante, el deseo homosexual. La partición audaz de los vocablos genera nuevas partituras; las reformulaciones, el pastiche, logran que en el mismo espacio de la página cohabiten el lirismo más acendrado con el tono melodramático de la lírica popular, en un justo equilibrio que es otro modo de expresar el talento, la gran capacidad de invención.
—Mariela Dreyfus, New York University
Malacostumbrismo retrata, sin pintoresquismos ni esencialismos simplistas, las “malas costumbres”, vicios y desventajas de personajes comunes y corrientes, asediados por la pobreza en su más burda y desolada desnudez. Desde la ínfima degradación del niño tornado en objeto por el padre a quien quisiera admirar, hasta la joven carroñeramente castigada en su sexualidad por no ajustarse a la norma, nos encontramos con una lograda adaptación del realismo sucio a la experiencia puertorriqueña. La narración fluye tensa e impecable, con una perturbadora, si bien aparente, imparcialidad. Pero no hay que engañarse, porque de cada relato, en su lirismo descarnado, destila un mensaje insistentemente humano, una compasión que no transige con cuestiones de negligencia y culpabilidad.
—Dinorah Cortés-Vélez
Marquette University
Book Reviews:
Krieg, Sam. “Self-Preservation in Malacostumbrismo (2012).” Aguas del Pozo/Waters of the Well, No. 8 (2018), UNC Chapel Hill.
Pérez Ortiz, Melanie. “Las malas costumbres.” 80grados, “Letras”, 3 mayo 2013.
Sencilla es la abundancia cuando es poesía, producida con entusiasmo y teniendo al lector en mente. Carlos Vázquez Cruz abre una ruta luminosa marcada con las figuras de un homoerotismo que se desea cristalino, potenciado por la certidumbre de avanzar hacia un destino compartido. La riqueza de su dicción poética, el orden cuidadoso de los textos, producen una nueva “razón de amor” que sortea los peligros que, en el pasado, mantuvieron los nombres de esta pasión ocultos tras la timidez del eufemismo. El autor nos contagia con su riqueza verbal para ha-blarnos de las riquezas incontables del amor del hombre por el hombre. Estamos ante un libro expansivo, hermoso en su decir, agudo en su hacer, ambicioso en su abrazo.
—Liliana Ramos Collado
Universidad de Puerto Rico
Quienes hayan visto cómo Carlos marca los libros que lee, sabrán por qué escojo como punto de partida el método de las referencias cruzadas. El autor realza, en tintas de colores variados, los segmentos que advierte como repeticiones u homologías en el texto. Son las puntadas de sus interpretaciones, son patrones afines en una estructura de voces, sonidos y sentidos que tejen un contrapunto. Imitando al perseguidor, no hay que empezar el rastreo de sus propios cruces referenciales en el orden de presentación de los once ensayos que componen su libro. Basta seguir el rastro de un solo tema. […]
La variedad de registros y reinvenciones de este libro indica que han sido las obras comentadas las que han inspirado los caminos del crítico y no a la inversa. Varios de estos trabajos son, además, ejemplos de cómo se ha construido siempre el capital cultural mediante presentaciones, prólogos e incluso artículos de opinión. […]
Si algo queda después de haber acariciado, violentado, pasado por la mirilla textos resistentes y maneras de leer y de excluir, es una lealtad a la escritura. Nada más ajeno al nihilismo. Deshieladas páginas, páginas sin hiel o con la hiel destilada. El ensayo que da título al libro empieza así: “El universo literario es, por demás, fascinante”. Lo mismo puede decirse, con el mismo candor y el mismo placer, de este libro de Carlos Vázquez Cruz: es fascinante. El adjetivo es preciso, aunque parezca ajuar extraño para un libro de ensayos críticos investigados con rigor y escritos con elegancia.
—Marta Aponte Alsina, escritora y crítica
“Carlos Vázquez Cruz en la mirilla,” 30 abril 2009
Angélica furiosa
Esa es la gran metáfora de la nouvelle Dos centímetros de mar, de Carlos Vázquez Cruz. El conformarse con lo poco, con lo que se permite ver, tener o pensar. La metáfora de la carencia. […]
De esta forma Carlos Vázquez nos presenta una fotografía de un hombre gay puertorriqueño, el hijo cualquiera de Trinidad, viviendo el mismo paradigma en diferentes circunstancias. Interesante señalar que aquí no se muestra mucha homofobia social de la clase dominante. Es la homofobia interna la protagonista. Aquí los que se golpean, los que se acosan, los que se hieren, destruyen y autodestruyen son los mismos personajes homosexuales. […]
[E]n Dos centímetros de mar, la balada pop es omnisciente. [. . .] La balada lo sabe todo, hasta predice. Se convierte en la realidad emocional que Carlos no se atreve a sentir. Tan es así que llama a “la estación de radio: la estación del sufrimiento”. La radio siente lo que él no siente, dice lo que él quisiera decir, pero no puede. En este sentido, WCVC es un personaje más. Vázquez sustituye al narrador omnisciente por una radiodifusora que puede ver el interior de los personajes y hasta conversar con ellos. Así se nos muestran las verdaderas emociones de los personajes. El culto a las divas del sufrimiento que son capaces de comunicar con estribillos clichosos las emociones que nos negamos a sentir y admitir como nuestras.
—Max Chárriez, escritor
“Dos centímetros de mar o la metáfora de la carencia”
Lo primero que llama la atención de la escritura narrativa de Carlos Vázquez Cruz es su nitidez lingüística y su profundidad temática. Luego, su excelente manejo de las técnicas de la escritura interesada en contar historias de vidas intensas, complejas y apasionantes. Enseguida se va descubriendo su fino trabajo sobre los recuerdos de su niñez y adolescencia en el municipio de San Lorenzo, uno de los pueblos rurales más pequeños de Puerto Rico. Sin embargo, el autor -capitalino por adopción y convencimiento- no recurre a los clisés del costumbrismo insularista sino que logra cautivar a los lectores con la presentación de personajes y escenarios muy encandilados. Elementos de la cultura popular como frases y refranes, canciones e invenciones humorísiticas o cínicas de los narradores , junto a una visión queer, culta y citadina inconfundible, les dan vida a sujetos con almas incendiadas por el fuego de la claustrofobia comunitaria, la experimentación sexual terrible o hermosa y el drama de los estereotipos y los engaños. Todos están calientes en este libro y se presume que los lectores también saldrán chamuscados de este excitante laberinto literario.
—Manuel Clavell Carrasquillo
Crítico literario